Las fiestas navideñas y de fin de año son un momento hermoso, pero también pueden ser un pequeño terremoto para la rutina de bebés y niños. Cambian los horarios, aparecen visitas, hay más ruido, luces, emociones, comida diferente… y de pronto lo que funcionaba perfecto en casa empieza a tambalear. ¿La buena noticia? No tienes que elegir entre “vivir la Navidad” y “cuidar el sueño y la alimentación”.
En este artículo Clémentine & Bastièn te da algunas estrategias simples para que puedas mantener el equilibrio sin dramas (ni culpas).
- Entiende qué es lo que más desordena la rutina
En fiestas, el problema casi nunca es “una noche distinta”. El problema es una cadena de cambios: si se salta la siesta, llega sobrecansado; si llega sobrecansado, come peor; si come peor, se despierta más en la noche; si duerme mal, al día siguiente está irritable… y así se genera una bola de nieve.
Los principales detonantes son:
✓ Sobreestimulación: música alta, gente nueva, luces, regalos, juegos intensos.
✓ Horarios que se corren: comida tarde, baño tarde, sueño tarde.
✓ Ambiente poco predecible: el niño no sabe qué viene después.
✓ Comida distinta y en exceso: nuevos sabores, azúcar, picoteo continuo.
Tener claro esto te ayuda a planear con intención.
- La regla de oro: flexibilidad con estructura
No se trata de seguir el reloj al milímetro, pero tampoco de soltar la rutina por completo. Lo que mejor funciona es una idea intermedia:
estructura mínima + flexibilidad inteligente.
Ejemplo:
✓ Mantén los mismos rituales (baño, pijama, cuento, canción) aunque el horario se mueva un poco.
✓ Si una comida será tarde, anticipa una colación para que no llegue con hambre extrema.
✓ Si sabes que habrá mucho ruido, haz pausas de calma.
Los niños toleran cambios cuando sienten que la base está viva.
- Sueño: cómo protegerlo sin aislarte de la fiesta
- a) La siesta es tu aliada
Si tu niño todavía duerme siesta, cuídala como un tesoro. No tiene que ser perfecta, pero sí existir. Si el plan familiar interfiere, prueba estas opciones:
✓ Siesta en coche o cochecito: no ideal siempre, pero mejor que nada.
✓ Siesta más corta pero temprana: para llegar menos cansado a la noche.
✓ “Mini-siesta” de 20-30 min: si ya es tarde y no quiere dormir mucho.
Un niño con siesta hecha es un niño con más tolerancia para la noche.
- b) “Ventanas de sueño” antes de salir
Si tu bebé se duerme alrededor de las 7:30 p. m. y la cena empieza a las 9:00, intenta un descanso previo:
✓ Un baño relajante en casa antes de salir.
✓ Una siestita corta a las 6:30-7:00 para “recargar batería”.
Así no llegas a la cena con un bebé en modo “crisis”.
- c) Mantén el ritual de dormir, aunque sea en otra casa
Lleva tu “kit sueño”:
✓ pañal/pijama
✓ mantita u objeto de apego
✓ luz tenue (si usas)
✓ cuento corto
✓ música suave
✓ chupón/biberón si aplica
No necesitas reproducir la habitación exacta. Solo la secuencia. El cuerpo entiende: “ah, es hora de dormir”.
- d) Plan B: salida estratégica
Cuando el sobrecansancio empieza a aparecer, no siempre vale la pena “aguantar un poco más”. Mejor tener un plan claro:
✓ ¿A qué hora piensas volver?
✓ ¿Dónde dormirá el niño si se duerme allí?
✓ ¿Quién se queda atento a señales de cansancio?
Esto evita peleas internas y estrés.
- Comidas: cómo manejar horarios y excesos sin pelear
- a) No llegues con hambre “salvaje”
Cuando los niños llegan con demasiada hambre, comen rápido, se frustran y se alteran. Antes de salir:
✓ una fruta
✓ yogur natural
✓ pan con queso
✓ alguna proteína suave
No quita la cena, solo evita el “modo desesperación”.
- b) Si el horario se corre, adapta el día
No intentes sostener todo igual si sabes que cenarán tarde. Compensa:
✓ almuerzo un poco más tarde
✓ colación más completa
✓ menos snacks antes de cenar
La idea es que el niño llegue con hambre moderada, no con vacío.
- c) Equilibrio, no prohibiciones
En fiestas, prohibir todo suele generar más ansiedad. Mejor:
✓ ofrece porciones pequeñas
✓ evita el “picoteo eterno”
✓ pon límites simples: “primero cenamos, luego probamos postre saludable”.
Los niños no necesitan una dieta perfecta una noche. Necesitan contención tranquila.
- d) Ojo con el exceso de azúcar
Más azúcar = más energía momentánea = luego caída fuerte, irritabilidad y peor sueño. Si sabes que habrá muchos dulces, reduce otros estímulos (mucho ruido, juegos intensos). Es balance.
- e) Lleva algo seguro si tu hijo es selectivo
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Si tu niño es de comer poco o tiene textura complicada, lleva una opción conocida:
✓ pan blando
✓ nuggets caseros
✓ arroz simple
✓ fruta que le guste
No es “malcriar”. Es asegurar que coma algo base, para evitar dramas.
- Manejo emocional: el ingrediente invisible
En fiestas, a veces el llanto o los berrinches no son por sueño o comida, sino por emociones grandes.
Los niños viven:
✓ excitación
✓ ansiedad por gente nueva
✓ frustración si no entienden qué pasa
✓ cansancio social
Así que incluye “pausas de regulación”:
✓ sal a caminar 5-10 min
✓ ve a un lugar tranquilo a respirar juntos
✓ ofrece un abrazo y silencio
✓ baja estímulos con un cuento corto
No tienes que resolver todo. Solo bajar la intensidad.
- Expectativas realistas: tu mejor protección
Esto es clave: no existen fiestas perfectas con niños pequeños. Siempre habrá algo que ajustar. Y está bien.
Piensa en esta lógica:
✓ una noche diferente no arruina la rutina
✓ lo que pesa es repetir desorden varios días seguidos
✓ al día siguiente puedes volver al horario habitual con calma
Si te relajas, tu hijo también.
- El “día después”: cómo volver sin sufrimiento
Después de una noche movida:
- Vuelve a la rutina habitual lo antes posible.
- Sal a luz natural temprano (ayuda al reloj biológico).
- Si durmió poco, adelanta siesta o permite una extra.
- Comidas simples y conocidas. Nada de “compensar” con castigos.
Normalidad amorosa. Sin drama.

Las fiestas no tienen que ser un caos. La clave está en algo simple: cuidar las bases (sueño, comida, calma) sin dejar de celebrar. No se trata de controlar todo, sino de anticipar, adaptar y sostener lo esencial.
Si lo piensas así, tu Navidad será más liviana: con niños más tranquilos, adultos menos tensos, y recuerdos más bonitos. Porque al final eso es lo importante: que todos la pasen bien, no que todo salga perfecto.
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