Los cólicos del lactante afectan, como mínimo, a uno de cada 10 bebés y, normalmente, se resuelven con el tiempo. Sin embargo, las crisis de llanto inconsolable pueden convertirse en un auténtico suplicio para los padres. En el siguiente artículo, conoce a qué se deben y cómo se manifiestan.
Cómo se manifiestan y a que se deben
La señal más conocida y temida de los cólicos del lactante es el llanto causado por el dolor que le provocan al bebé. Más allá del llanto, sin embargo, existen otros síntomas, muy precisos, que pueden ayudarnos a identificar este trastorno.
Siempre suceden más o menos a la misma hora, y se repiten todos los días (o casi todos)
Suelen tener lugar por la tarde, pasada una hora de la última toma, y pueden alargarse durante algunas horas, de forma ininterrumpida.
El niño empieza a llorar desesperado
Si los padres lo cogen en brazos, lo acunan e intentan que se distraiga, pueden conseguir calmarlo momentáneamente. Sin embargo, después, el niño vuelve a llorar. Por la mañana, parece estar perfectamente sano.
El llanto se acompaña de contracciones de los brazos y de las piernas
El bebé suele ponerse en posición fetal, un movimiento que se asocia al llanto por dolor o rabia.
Durante estas manifestaciones, el niño suele tener la barriga tensa e hinchada y, al final de la crisis, emite aire del intestino. Por ello, se habla de cólicos: se cree que el niño tiene dolor de barriga debido a la presencia de burbujas de aire.
¿La franja de edad más afectada? El fenómeno empieza en las primeras semanas de vida, con un pico de intensidad alrededor del mes y medio. Después, lentamente, disminuye hasta desaparecer, alrededor de los tres meses.
Al contrario, de lo que el término podría hacer pensar, no se trata de una enfermedad, sino de un tipo de reacción especial del organismo del recién nacido, cuyos motivos todavía no están muy claros a día de hoy.
Cuáles son sus causas
El diagnóstico de cólicos del lactante se emite sobre la base de las manifestaciones de llanto del bebé, es decir, si el pequeño está sano y crece con normalidad, pero presenta crisis de llanto inconsolable durante al menos tres horas al día, y al menos tres días a la semana.
El nombre de «cólicos del lactante» sugiere que el bebé sufre de dolor de barriga, debido a la presencia de gas intestinal que no consigue eliminar. La tensión, los movimientos de las piernas, el hecho de que durante las crisis el abdomen está distendido y que, a veces, el pequeño, deja de llorar después de liberar un poco de aire de la barriga, hace pensar que ése es el problema y que, tal vez, está relacionado con la inmadurez de su aparato digestivo.
Sin embargo, por el momento, no se tiene la certeza absoluta acerca del mecanismo responsable, sino tan solo hipótesis. Probablemente, existen diferentes factores:
El intestino y el sistema nervioso están estrechamente relacionados y, en los primeros meses, coinciden con una fase importante del desarrollo del sistema nervioso del niño. El hecho de que las crisis de llanto tienden a manifestarse sobre todo a últimas horas de la tarde podría depender de la acumulación de estímulos sensoriales que el pequeño recibe en el transcurso del día. En otras palabras, una manifestación de cansancio y sobrecarga.
Algunos especialistas apuestan por la composición de la flora intestinal como posible causa. Se trata de una hipótesis fascinante, sobre la que se está investigando a fondo. El trastorno podría estar relacionado con una alteración de la composición de la flora bacteriana del aparato digestivo, de manera que los síntomas podrían atenuarse corrigiendo esta alteración.
En algunos casos, se piensa que el niño puede ser alérgico a las proteínas de la leche de vaca, presentes en la leche materna, porque la mamá puede estar consumiendo este alimento o bien a cualquier otro alimento, siempre consumido a través de la mamá.
Así puedes aliviar los cólicos del lactante
Para aliviar los cólicos y reducir el malestar en el niño, los padres pueden recurrir a tisanas específicas, elaboradas con semillas de hinojo, o a la manzanilla, que tienen un efecto relajante.
No se debe tener miedo a administrar la tisana con biberón, aunque el niño solo tome leche materna. Después de la tercera o cuarta semana, el pequeño ya está acostumbrado a tomar la leche del pecho y no perderá la costumbre si, ocasionalmente, utiliza biberón. Solo una sugerencia: hay que evitar darle tisanas muchas veces al día porque, de lo contrario, sí que puede afectar a la sensación de hambre.
Muchos mimos
Tratar de consolar al bebé probando diferentes cosas es una forma de transmitirle amor, cuidado y protección, y también permite sentirse menos impotente. Es importante responder al llanto del bebé, que es una solicitud de ayuda, a través de gestos de atención y de consuelo, aunque no puedan resolver el problema por sí solos. El pequeño debe sentir que su mamá y su papá están atentos y siempre receptivos a sus demandas.
¿Qué hacer, concretamente? En primer lugar, se puede probar contener y consolar al bebé cuando empieza a llorar. Bajar las luces, evitar los ruidos fuertes, reducir el nivel de estímulos sensoriales, cogerle en brazos, mecerle suavemente y masajearle la barriguita con una presión suave.
Sobre todo, paciencia. La medicina natural para el tratamiento de los cólicos es el tiempo: normalmente, en torno al tercer mes de vida, el problema se resuelve espontáneamente. Hasta entonces, los padres deben tener mucha paciencia. Pueden calmar un poco al pequeño, mimándole y acariciándole, aliviando, así, la tensión que está en el origen del dolor.
A veces, una táctica que resulta muy útil para aliviar el trastorno es dedicarse con el pequeño a una actividad relajante por la tarde, como jugar al aire libre o dar un paseo.
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Fuente: Mi Bebé y yo.